martes, 28 de junio de 2011

Las Peñitas

En las Peñitas, a 20 kms de León, se deja la escala cromática a un lado y se vive en blanco y negro. El gris predomina por encima de todos los colores. La playa de arena oscura es muy peligrosa. Cada año la resaca se lleva mar adentro muchas vidas. Fíjense que el lugar se llama comúnmente “traga cheles” (chele = hombre blanco). Pongan la palabra chele al revés a ver que sale.




El pueblo tiene una extensa bahía que queda seca a merced de las corrientes. Las barcas de los pescadores pueblan el lugar y cuando el agua se diluye los chavales aprovechan para usarlo de campo de fútbol. Es un enclave donde parece que el tiempo se ha detenido, donde no hay casi rastro de civilización, el perfecto lugar para desaparecer. La zona conecta con un estuario que  rebosa de vida. Destacan las garzas y pelicanos que dominan la costa pacífica. Estas aves de gran tamaño surfean literalmente las olas del mar, rozándolas con sus alas a pocos centímetros. Son capaces de mantenerse en el aire inmóviles hasta que se tiran en picado en la cresta de la ola para capturar su presa.Al atardecer miles de cangrejos ermitaños danzan su baile acuático. No faltó quien agarro su bici al hombro y se metió estuario a dentro con un motivo, para nosotros, desconocido. 



















El tiempo no acompañó demasiado pero tampoco impidió que anduviéramos descalzos por la arena hasta que nos dolieron los arcos de los pies. Aprovechamos también para construir un refugio con palos, desenterrar caras, surfear unas cuantas olas, e hincharnos de pescado; alimento que casi no llega a Matagalpa. Esta vez el elegido fue el pargo blanco, muy parecido a la lubina.







Nuestro hostal se llamaba “Oasis”, aunque con lo que llovía y la arena que íbamos arrastrando a la habitación, bien se podía haber llamado “Ciénaga”. Una curiosidad: hemos ido descubriendo diferente fauna en las habitaciones de los hostales baratos que vamos habitando, pero lo que nunca me imaginé fue encontrar un cangrejo en la cortina. Observen su cara de asustado al vernos. ¿Les ha pasado a ustedes?


domingo, 19 de junio de 2011

Artesanía


Para muchos, el arte es un término del primer mundo y la artesanía de los países subdesarrollados. Mientras que arte es una palabra tan abstracta que cualquier persona podría hacer arte, la artesanía se limita a personas individuales que siguen los antiguos oficios manuales.  El origen de las artes manuales data de hace muchos siglos, no se sabe con exactitud cuánto tiempo. Lo que sí se sabe, es que desde la prehistoria y en cualquier parte del mundo, se han encontrado artefactos hechos manualmente sin la intervención de maquinaria. Son los oficios más antiguos y sin embargo están desapareciendo.
Uno de los principales problemas de la artesanía es la competencia con los productos procedentes de procesos industriales de bajo coste, con apariencia similar a los productos artesanos, pero con menor precio y calidad. Otra dificultad para los artesanos es la forma de comercializar sus productos, ya que una característica de la artesanía, es que se realiza en talleres individuales con poca capacidad para llegar al mercado.
En la antigüedad cada artesano se hacia su propio papel con su grabado y su tipografía. Durante la Edad Media, la cultura del libro giraba en torno a los monasterios cristianos, de los cuales podría decirse que hacían de casas editoriales en el sentido moderno del término. Los libros no eran impresos, sino escritos por monjes especializados en esta tarea que eran llamados copistas.
Nosotros nos hemos querido sumergir en este mundo y así difuminar en parte nuestra huella ecológica. No solo viajamos los fines de semana, también aprendemos antiguos oficios. Gracias a la colaboración del maestro Danilo Rivera hemos podido hacer, papel, grabado y tipografía.
Lo primero fue hacer el papel. Para ello necesitamos retales de telas cortados en trozos muy pequeños. Se dejan en legía unos días y luego se licuan con otros papeles, normalmente de carpetas. También se le puede echar fibra de banano siendo el resultado un papel mucho más duro. Una vez tenemos el mejunje lo agitamos y lo tamizamos con un bastidor. La forma del bastidor será la misma que la del papel. Despegamos la pasta en una tela y lo dejamos secar. Una vez seco se aplasta y listo, tenemos papel. Los flecos e imperfecciones de los laterales se llaman “barbas” y quien los corte es un asesino. Al nuestro lo hemos bautizado “papel zancudo” por la cantidad de liendres de mosquito que se quedaron impresas en el papel, debido a que el balde que usamos se quedó mucho tiempo con agua estancada.

Una vez que teníamos el papel había que rellenarlo. Lo segundo fue hacer el grabado. Queríamos tener un sello  para el macramé y decidimos que se tenía que llamar “macraBEAmé”. Diez letras en formato de pulsera. Se dibuja en la madera y se talla. Luego se pasa un rodillo con pintura y se impregna en el papel.



Después pasamos a la tipografía. Los primeros tipos móviles datan de 1440 y fueron inventados por Johann Gutenberg. Ya se habían hecho impresiones a partir de bloques de madera tallados a mano muchos años antes pero los resultados eran perores. Gutemberg tardó 10 años en imprimir 3 biblias, y créanselo pues yo necesité 2 días para apenas 14 líneas. El trabajo es de chinos. Hay que localizar todas las letras y espacios para dejarlos bien acomodados en la “nave”. Luego se prensan y cuando los vas a levantar normalmente hay alguno que no quedó bien fijo y se te desbaratan las líneas. Pero al fin y después de mucho esfuerzo, tengo uno de mis poemas impresos en mi propio papel.  





Además de todo esto Bea también se ha dedicado a engordar el stock de nudos y semillas. Ella subscribe:
 “Comenzó como un pasatiempo de mis días de universidad. Continuó del mismo modo en la Cala de San Pedro, Almería; allí algunos me llamaban “la artesana de la playa”, porque yo, con hilos amarrados a la pierna, me sentaba en la orilla del mar a tejer.
Olvidé esta actividad durante 2 años, pero hace pocos meses, retomé lo que sabía. En la actualidad imparto un taller de macramé con chavales y chavalas de Matagalpa.
Con ganas y curiosidad continué investigando y descubriendo nuevos nudos con los que tejer este mundo de colores (y de paso poder financiar un poquito nuestro sueño por la ruta panamericana)” Estos son los resultados: 

 







domingo, 12 de junio de 2011

La laguna de Apoyo



¿Se han bañado en una laguna volcánica alguna vez? Yo sí, pero  a lo mejor estoy corriendo demasiado y esta historia habría contarla desde el principio.
Ya sabíamos de la existencia de la Laguna de Apoyo y todo lo que nos habían contado era algo más parecido a Avatar que a la realidad. Era uno de los sitios que teníamos que visitar si o si; algo que te martillea en la cabeza  incluso cuando sueñas. Entre la necesidad del carro y la época de lluvias, todos los intentos habían fracasado. Justo el día anterior íbamos a ir ya seguro pero se despertó lloviendo y nos vinimos abajo.  Llegó el domingo y con él, el sol. A las 8 de la mañana hablamos con la familia Cusido mitad gallega, mitad mexicana y carretera y manta. Les presento a los componentes de la expedición. Salva y Abril, Salva Jr y Montse.





Nos las prometíamos felices en el camino pero llegando al destino se puso muy negro el día. Ya empezaban a caer las primeras gotas. Aun así, a la entrada del parque nos saludó (UUU - UUU – UUU!!!) un grupo de monos congo o aulladores. Se les hincha la garganta como un pez globo cuando gritan. La primera vez que los escuchas asustan de verdad.



Subimos hasta la cima del cráter en la tina del auto para poder hacer fotos, aunque entre el día lluvioso y la extensa vegetación no pudimos ver nada. 




Llegamos por fin a la orilla.  El paisaje se presentó ante nosotros como algo de otro mundo. Era impresionante. Qué pena que hiciera es mal día. Nos dio igual y nos metimos en el agua que estaba calentísima. Había pequeños peces en la orilla. ¿Cómo se podrían haber adaptado a vivir en un lugar así? Por ciertos lugares se veían las burbujas calientes que viajaban desde el fondo. Y en la superficie, piedritas pómez flotaban como si de una danza volcánica se tratase.  El cráter de Apoyo nació hace aproximadamente 23,000 años, después de una explosión volcánica que dejó un hoyo de unos seis kilómetros de diámetro. Con el paso del tiempo, la afluencia de aguas subterráneas y el aporte de las lluvias permitieron el surgimiento de la laguna. Las laderas se cubrieron de abundante vegetación y fauna. Hoy en día, es considerado un volcán durmiente. Según estudios, el fondo cónico está a más de 100 metros bajo el nivel del mar, y la orilla de la laguna se encuentra a 75 metros sobre el nivel del mar. La temperatura de las aguas se mantiene cerca de los 27-28 ºC. Que intensa sensación estar bañándose en un cráter volcánico y ver como la lluvia se va acercando en gotas frías que explosionan en el agua. 






Decidimos refugiarnos de la lluvia aunque ya estábamos mojados. Para nuestra sorpresa en menos de una hora se despejaron las nubes y ya se mantuvo un día luminoso. Justo lo que nos faltaba para terminar de disfrutarlo.





El sitio era tan diferente a lo que habíamos conocido que sentimos la necesidad de explorar más, de llegar al mismo centro del cráter. Suerte que disponíamos de barca y barquero. 

 














Nos marchamos de allí sintiéndonos afortunados, con ganas de compartir este lugar maravilloso con ustedes, habiendo disfrutado el día por los cuatro costados, y sabiendo que la laguna de Apoyo es algo excepcional en la naturaleza, algo único que desborda vida, y casi magia si me apuran. Antes de agarrar la carretera que volvía a Matagalpa, subimos a la cima para tomar las panorámicas.






Y como en las mejores historias, el día terminaba con un precioso atardecer. Viva la vida!