lunes, 30 de mayo de 2011

Ríos, mujeres y serpientes




Es curioso cómo se combinan las leyendas y varían según lugar y/o época. Acaso todo empieza debajo de un árbol o en la plaza del pueblo; una simple historia, un inocente cuento ante los oídos atentos de los asistentes. Del simple  boca a boca, o del hecho al dicho; ya hay una trasformación, un cambio que recoge retazos de lo anterior y lo modifica a su entorno para hacerlo propio.  A veces, estas leyendas dan una explicación a una incógnita, otras advierten de peligros latentes, y las que menos solo narran un cuento para el entretenimiento del personal.

 



Cihuacóatl  es una divinidad azteca, mitad serpiente mitad mujer. Según la leyenda fue la primera mujer en parir, considerada por ello protectora de los partos y, en especial, de las mujeres muertas al dar a luz. Ayudó a Quetzalcóatl a construir la presente era de la humanidad moliendo huesos de las eras previas y mezclándolos con sangre. Es madre de Mixcóatl, al que abandonó en una encrucijada de caminos. La tradición dice que regresa frecuentemente para llorar por su hijo perdido, pero en el lugar sólo halla un cuchillo de sacrificios. 








De esta leyenda nace el mito de la Llorona. En México ya es todo un icono. Según la tradición mexicana existió una mujer indígena que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre de forma devota. Cuando la joven le pidió al caballero que formalizara la relación, este le abandona por la vergüenza de haber tenido descendencia con una indígena. Tiempo después, se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, ahogó sus tres hijos en un río; para luego quitarse la vida. Desde ese día, se escucha el lamento de la joven a la orilla del río donde ocurrió. 





A Ciguacoatl o la Llorona se  la conoce en toda Centroamérica. Aunque hay muchas versiones de la historia, los hechos principales son siempre los mismos: una mujer que pierde a sus hijos, normalmente en un río, y convertida en un alma en pena, los busca en vano, turbando con su llanto a los que la oyen de noche.




Hay  una leyenda en el Sébaco, norte de Nicaragua, que cuenta que en un antiguo pueblo aborigen, asentado a orillas del Río Viejo, existía una hermosa mujer esposa del cacique principal. Se decía que esta mujer, de proceder extraño y misterioso, acostumbraba ir todos los viernes a un determinado lugar del río, llevando abundantes alimentos, aves ricamente preparadas y sabrosas bebidas. Uno de los servidores del cacique, extrañado por el comportamiento de la mujer, determinó seguirla a prudente distancia. Lo que vio ese día lo aterró tanto, que echando a correr, fue a contárselo a su señor. Los días posteriores el cacique no dijo nada a su mujer fingiendo ignorancia.

Esperó al  viernes para seguirla y confirmar lo que le dijera su servidor. Vio, según dice la leyenda, que sentada en una piedra junto al río, golpeaba con su mano el agua.  A  la llamada emergía impetuosamente una inmensa serpiente. El terrible reptil, posaba su inmensa cabeza en las bellas piernas de la mujer, y una vez alimentada, serpiente y mujer se entregaban al placer. El indignado esposo mató a su infiel mujer. Enfurecida la serpiente agitó las aguas del río y su corriente destruyó el milenario pueblo. Según la leyenda, los supervivientes reconstruyeron su pueblo, al cual llamaron Ciguacoatl que en lengua azteca significa mujer serpiente.





Existe otra leyenda similar en Nicaragua que parece casi enlazar con esta última. Además hay indicios de aztecas en Centroamérica. Nos la contó Danilo Rivera, poeta y artista de Matagalpa. La ilustra en la siguiente xilografía. Aquí todos los niños la conocen.







“TINAJAS

Cobrizas mujeres
Arreboladas en su
historia.
Traen a nuestra
memoria el Grito
ancestral de la
vida”




Hace mucho tiempo y debido a unas fuertes discusiones entre sus habitantes; Matagalpa sufrió unas grandes inundaciones que destruyeron prácticamente la ciudad;  liberándose así una inmensa serpiente.  Se apeló a un sacerdote para ayudar a los pobladores, ya que este gigantesco monstruo se suponía que era un dios azteca y habría que imponerse a ella con otra religión. Entre todos consiguieron amarrar a la serpiente con tres pelos de vírgenes matagalpinas. Se dice que la cabeza de este monstruo está en la Catedral de Matagalpa, la cola en el cerro de Apante, y el cuerpo en la quebrada del Yaguare, ubicada en el barrio de Palo Alto, camino al cerro.



Según la historia, y debido a las continuas trifulcas entre los habitantes, ya se han reventado dos pelos de los tres que amarraban a la serpiente. Cuando todos se rompan, se liberará el monstruo que derrumbará el cerro de Apante donde hay fuentes grandísimas de agua que atraviesan esa zona. Matagalpa se inundará y desaparecerá; y con ella, todos sus habitantes. En la siguiente foto podemos ver la catedral de Matagalpa, y al fondo el cerro de Apante con la silueta de la serpiente.





Los ríos, las mujeres y las serpientes siempre han sido temas recurridos para las leyendas. Son cosas cotidianas que todos conocemos, fáciles de poner forma y con grandes connotaciones simbologías. No es raro soñar con alguna de las tres. Pero a la vez, aun siendo imágenes habituales conservan ese halo de misterio que los invade y los llega a mostrar mágicos. Klimt, por ejemplo, tiene series de pintura de lo que el llama serpientes de agua:




Sobre la Llorona ya cantó Chavela Vargas y como dijo Sabina, quien pudiera reír como llora Chavela.



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