lunes, 16 de enero de 2012

Crónica de un viaje anunciado: Mompox






En cuanto cruzamos Santa Ana en la barcaza te entra la platanera como dicen. La vida pasa lenta y húmeda. La región es una vasta extensión de agua y tierra inundada, donde reinan las aves y saltan los bocachicos. La gente saca las mecedoras a la calle y parece habituada a esta vida subacuática de charcos y botas de hule. Burros y bicicletas chapotean en las calles por igual. Como cada año el rio Magdalena se había desbordado comiéndose a su paso las carreteras que unían Mompox con el resto del mundo. La ciudad quedaba aislada, intacta, concentrada en si misma como una sopa caliente.
Tambien es llamada “La Valerosa”, por ser, de la mano de Bolivar,  la primera en levantarse en armas contra el vireinato de Nueva Granada. La frase del libertador es clara en este sentido: “Si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria”
Mompox es como vivir dentro de una novela de Gabriel Garcia Marquez, de hecho en esta ciudad está ambientada “crónica de una muerte anunciada.” Se bebe café y se juega a las cartas en las plazas. La humedad la impregna todo en una atmósfera tibia. Se escuchan risas enlos claustros de las iglesias.  El cementerio está tomado por una multitud de gatos de apenas dos semanas de edad. Encontramos un jardín de mariposas y colobries,  con cientos plantas de todo el mundo. Jose, el dueño del terreno y un experto en el uso de medicinal de las plantas dice, “es una pena que cuando yo muera todo esto se pierda” Jose Fina de 90 años y a la que falta una pierna, sueña cada noche que es baliarina de tango. Alberto su marido, sordo como una tapia, pone los discos favoritos de ella a un volumen que tiemblan los cristales de la casa.
















2 comentarios:

  1. Me ha encantado el escrito Manue!! Y la niña de la foto, la Beita, que está más preciosa que nunca!! :)

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  2. la verdad es que esta para comersela, gracias por lo del escrito. muchos besos ali.

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