viernes, 3 de febrero de 2012

Quito a vista de pájaro



Después de 9 meses ya hemos dejado definitivamente la playa. Las menos veces nuestro moreno se dora con el sol de los andes, las más nos llueve o esta nublado. La luz suele ser fatal para las fotografías.
Primero pasamos unos días en Otavalo, un pueblo al norte donde los fines de semana se ponen el mayor mercado de artesanías de toda Suramérica. Cuanta más variedad, más compra venta. Los puestos repiten lo mismo hasta la saciedad. Las hordas de turistas compran sin saber distinguir lo que está hecho por un indígena ecuatoriano y lo que viene exportado de China  o Tailandia. Sin embargo hay cosas autóctonas que si merecen la pena como las taguas, semillas que se suelen tallar y a las que por su dureza se las llama marfil vegetal. La gente de la montaña nada tiene que ver con la de Quito. Fuera de la ciudad son indígenas y la mayoría hablan quechua. Las mujeres tienen ciertos parecidos a las de Guatemala. Siempre van con trenzas, llevan gorros adornados con plumas y collares de cuentas bañados en oro.

Después de Otavalo fuimos a Quito. Esta ciudad está metida entre montañas, a 2850 metros sobre el nivel del mar las nubes te pasan por la cabeza. Cuando llegaron los españoles, el imperio inca estaba sumergido en una guerra civil provocada por la pugna de poder entre Atahualpa y su hermano Huáscar. El primero defendía su hegemonía desde Quito, el segundo desde Cuzco. Atahualpa y su ejército vencieron a Huascar en las cercanías del río Apurimac y este le dio a elegir a Huascar, vivir perdiendo el imperio de Cuzco o morir. Huascar indignado por la derrota acepto la muerte. Pero en el año de 1533, después de pacificar el imperio, Atahualpa aceptó una reunión con Francisco Pizarro, en la cual fue capturado y días después asesinado por órdenes del español. Siete años después de la fundación de Quito, Francisco de Orellana partiendo desde esta ciudad junto a numerosos indígenas, en busca del país de la canela, descubrió el río Amazonas el 12 de febrero de 1542. Debido a este suceso histórico, se creó la célebre frase: "Es Gloria de Quito el Descubrimiento del Río Amazonas" como reza una piedra en la Plaza Grande.

La ciudad rebosa de iglesias, parroquias, basílicas plazas empedradas y enormes edificios con lujosos adornos tallados. Los altares están bañados en oro, las fachadas tienen minuciosos detalles, los claustros tienen colecciones impresionantes de arte colonial donde era muy importante la escuela quiteña.
Desde la ciudad Vieja, patrimonio cultural de la UNESCO, nos empeñamos en subir todo lo que pudimos para comprobar los límites de la urbe. Sorpresa,  la ciudad nunca termina, abarca hasta donde alcanza el ojo, más allá del horizonte.  La virgen del Panecillo, monte con forma redonda que divide a la ciudad, lo observa todo desde las alturas. La escultura representa a la Virgen María tal como se la describe en el Apocalípsis: una mujer con alas, una cadena que apresa a la serpiente que tiene bajo sus pies y que representa a la bestia del 666. Es por ello que también le llama la Virgen del Apocalípsis.

































2 comentarios:

  1. Estas preciosa Beatriche!! Seguid volando y conociendo, almas libres!! Disfrutad de todo aquello y tu no dejes de escribir, Manu, que me encanta leerte!!

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  2. Ya vemos que despues del atasco en Nicaragua ahora si que pillasteis carrerilla, no?
    ¿Verdad que es bonito Quito?, es de las pocas ciudades que me gustan (ya sabeis, es que nosotros somos de pueblo...)
    Y San Agustín...ah!!, que bonito..
    Muchos besos, que sigais así de felices y guapos,
    Jose y Gema

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