domingo, 12 de junio de 2011

La laguna de Apoyo



¿Se han bañado en una laguna volcánica alguna vez? Yo sí, pero  a lo mejor estoy corriendo demasiado y esta historia habría contarla desde el principio.
Ya sabíamos de la existencia de la Laguna de Apoyo y todo lo que nos habían contado era algo más parecido a Avatar que a la realidad. Era uno de los sitios que teníamos que visitar si o si; algo que te martillea en la cabeza  incluso cuando sueñas. Entre la necesidad del carro y la época de lluvias, todos los intentos habían fracasado. Justo el día anterior íbamos a ir ya seguro pero se despertó lloviendo y nos vinimos abajo.  Llegó el domingo y con él, el sol. A las 8 de la mañana hablamos con la familia Cusido mitad gallega, mitad mexicana y carretera y manta. Les presento a los componentes de la expedición. Salva y Abril, Salva Jr y Montse.





Nos las prometíamos felices en el camino pero llegando al destino se puso muy negro el día. Ya empezaban a caer las primeras gotas. Aun así, a la entrada del parque nos saludó (UUU - UUU – UUU!!!) un grupo de monos congo o aulladores. Se les hincha la garganta como un pez globo cuando gritan. La primera vez que los escuchas asustan de verdad.



Subimos hasta la cima del cráter en la tina del auto para poder hacer fotos, aunque entre el día lluvioso y la extensa vegetación no pudimos ver nada. 




Llegamos por fin a la orilla.  El paisaje se presentó ante nosotros como algo de otro mundo. Era impresionante. Qué pena que hiciera es mal día. Nos dio igual y nos metimos en el agua que estaba calentísima. Había pequeños peces en la orilla. ¿Cómo se podrían haber adaptado a vivir en un lugar así? Por ciertos lugares se veían las burbujas calientes que viajaban desde el fondo. Y en la superficie, piedritas pómez flotaban como si de una danza volcánica se tratase.  El cráter de Apoyo nació hace aproximadamente 23,000 años, después de una explosión volcánica que dejó un hoyo de unos seis kilómetros de diámetro. Con el paso del tiempo, la afluencia de aguas subterráneas y el aporte de las lluvias permitieron el surgimiento de la laguna. Las laderas se cubrieron de abundante vegetación y fauna. Hoy en día, es considerado un volcán durmiente. Según estudios, el fondo cónico está a más de 100 metros bajo el nivel del mar, y la orilla de la laguna se encuentra a 75 metros sobre el nivel del mar. La temperatura de las aguas se mantiene cerca de los 27-28 ºC. Que intensa sensación estar bañándose en un cráter volcánico y ver como la lluvia se va acercando en gotas frías que explosionan en el agua. 






Decidimos refugiarnos de la lluvia aunque ya estábamos mojados. Para nuestra sorpresa en menos de una hora se despejaron las nubes y ya se mantuvo un día luminoso. Justo lo que nos faltaba para terminar de disfrutarlo.





El sitio era tan diferente a lo que habíamos conocido que sentimos la necesidad de explorar más, de llegar al mismo centro del cráter. Suerte que disponíamos de barca y barquero. 

 














Nos marchamos de allí sintiéndonos afortunados, con ganas de compartir este lugar maravilloso con ustedes, habiendo disfrutado el día por los cuatro costados, y sabiendo que la laguna de Apoyo es algo excepcional en la naturaleza, algo único que desborda vida, y casi magia si me apuran. Antes de agarrar la carretera que volvía a Matagalpa, subimos a la cima para tomar las panorámicas.






Y como en las mejores historias, el día terminaba con un precioso atardecer. Viva la vida!




sábado, 4 de junio de 2011

La Serpiente de Apante




Después de nuestro último post sobre las leyendas Centroamericanas;  hemos querido buscarle la verdad a la quimera y llegar hasta el fondo de la cuestión.  Para ello nos hemos propuesto desenredar el entresijo de la serpiente de Matagalpa, literalmente ir en su busca; y si fuera necesario, atarla de nuevo. No íbamos solos. Contábamos con la ayuda de un guía local y amigo, Toño.




Lo primero fue ir a la catedral, pues según la leyenda la cabeza del monstruo se encontraría allí. A simple vista no se veía tal cabeza, debía ser algo más sutil o estar mejor escondida.  Lo que más nos sorprendió fue encontrar en su altar mayor una imagen de Cristo con la sangre verde. ¿Tendría esto algo que ver con la serpiente? Seguimos investigando. Fue una iglesia construida por los jesuitas cuando los expulsaron de Guatemala. Se cuenta que para su construcción, señoras de alta posición, acompañadas de sus hijos, acarreaban arena en canastos con el fondo recubierto con hojas de banano, para que no se filtrara la arena desde la "Poza de La Culebra". Las piezas iban encajando pero había un mutismo entre los parroquianos y no nos quisieron contar más, quizás porque nos íbamos acercando a la verdad. 




La siguiente parada fue en la quebrada del Yaguare, ubicada en el barrio de Palo Alto, camino al cerro. Su forma serpenteante indicaba que el cuerpo del reptil podía estar debajo. La subida fue dura y los lugareños nos miraban entre sorprendidos y divertidos. Llegamos arriba y todavía ni rastro del animal. El camino se puso más verde y el día era luminoso. Había granjas de vacas y sembrados a ambos lados.





Encontramos el sendero para subir al cerro. La cola de la serpiente debía estar encima de todo. Esta sería nuestra última oportunidad de encontrarla y resolver el misterio. El camino transcurría cerca de un riachuelo, y nos íbamos encontrando multitud de plantas, animales y extrañas formaciones rocosas a nuestro paso. Muchos de los árboles estaban cubiertos de “paste” un parásito que los muestra como decorados con cinta gris.











Cuando íbamos subiendo el aire se paró en seco, y debido a la humedad asfixiante y a falta de un desayuno nutritivo, nos tuvimos que ir parando para abanicar a Bea. Una ceguera blanca no la dejaba continuar. ¿Acaso la serpiente consumía su oxígeno?






Los buitres nos empezaban a sobrevolar, y esto fue el mejor empujón para llegar a la cima. 




Una vez arriba las vistas eran increíbles. Se podía ver todo Matagalpa, la Catedral blanquísima con sus cúpulas y parecía mentira que hubiéramos subido tanto.  Disfrutamos del paisaje por un tiempo y descansamos. Había allí una trinchera en tiempos de la guerra civil, desde donde se podía bombardear las localidades cercanas.






Se empezaba a hacer tarde y teníamos que bajar; pero no lo queríamos hacer por el mismo lugar por donde habíamos venido. Seguimos un camino horizontal y salimos a una finca de café y aguacate. De ahí,  a la carretera hacia Matalaga por un camino sinuoso.











Otro misterio sin resolver; otra quimera a la lista. A la serpiente no la encontramos. Parecía que hubiéramos seguido un rastro lleno de pistas hasta un callejón sin salida. Está claro que no se puede equiparar una leyenda a la realidad, pero ¿cómo no guiarse por su misterio e ir en su busca?

Galeano dice sobre la utopía:
“Me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos, y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. A pesar de que camine, no la alcanzaré nunca. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto: para caminar”