viernes, 27 de enero de 2012

San Agustín y el Fin del mundo

El sur de Colombia tiene mala fama porque dicen que es uno de los sitios donde está la guerrilla, pero la verdad es que si dejamos de lado los fastidiosos controles de carretera, es una región de paisajes increíbles, verdes laderas de montañas, vacas pastando alegremente, cascadas altísimas, ríos caudalosos y poblaciones que conservan el encanto a pesar del tiempo.

San Agustín tiene un mercado enorme de comida donde las viejitas venden los productos que cultivan. Los alrededores son algo único en el mundo. Hay plagadas cientos de tumbas de dos mil años de antigüedad, algunas de 4 metros de hondo. La entrada a las tumbas está presidida por una estructura de piedra formada por cuatro (o más) patas talladas con figuras antropomórficas o zoomorfas y coronadas por una piedra plana. Por esta estructura reciben el nombre de mesitas. Dentro de las tumbas se encontraban vasijas con ofrendas como objetos de oro y herramientas de obsidianas. Lo más inquietante es que estas figuras, algunas de varios metros de alto, tienen facciones malignas, los colmillos salidos, unas agarran el poporo con las manos y otros parece como si estuvieran devorando a niños. Las tumbas están en 19 grupos dispersos por lo que esta zona del curso alto del río Magdalena es como un inmenso cementerio sagrado de una tribu hoy extinta.

También fuimos a ver el salto Borbones y salto Mortiño, segunda cascada más grande (400 metros) de Sudamérica, después del salto del Ángel en Venezuela, lugares de increíble belleza.

Después pasamos por Mocoa que está todavía más inexplorado. En cada grieta de montaña sale un chorro de agua cristalina. Debido a esto se forman cascadas, pozos y lugares para refrescarse escondidos en la selva. La última cascada se llama el Fin del Mundo y es uno de esos lugares que siempre recordaremos. La caída de 70 metros, en mitad de la jungla, Mocoa al frente y nosotros asomados al abismo. Se podría decir que es una experiencia mística estar ahí arriba.

Decimos adiós a la gran Colombia. Después de haberla pateado de arriba a abajo todavía nos han quedado mucho por ver. Sin lugar a dudas en un país alucinante, de enorme cultura y diferentes paisajes. Enfilamos para Perú pero de camino veremos a ver que nos depara Ecuador.


































jueves, 19 de enero de 2012

Bogotá

De casi 9 millones de personas, es una ciudad moderna, de enorme movimiento, con centenares de restaurantes de almuerzos baratos y plazas donde sentarse a tomar café y observar uno de los lugares más culturales que hemos visitado.

Las anteriosres capitales en el vaiaje las hemos pasado de largo pero esta era difierente. Le teníamos ganas y Bogotá no nos ha defraudado. Multitud de museos gratis o casi, entre los que destaca el musero del oro el más grande del mundo en este sentido. El material brillante estaba reservado para reyes y chamanes por sus poderes divinos. Cerca de la urbe, en la laguna de Guatavita fue donde nació el mito de “El Dorado”. Se dice que los muiscas arrojaban objetos de oro a sus profundidades como ofrendas para los dioses. A diferencia de paises centroamericanos, Colombia conserva mucha cultura prehispanica con grandes civilizaciones que dominaban multitud de técnicas dejando constancia de ello.

En la época de la conquista desembarcaron 700 españoles a la costa de Santa Marta. Varios meses después apenas llegaron 200 a Bogotá. Eligieron este asentamiento como sede de uno de los 3 vireinatos en america, llamándolo nueva Granada. Desde el cerro de Montserrat tenían una visión amplia y era fácil de defender. Hoy el teleférico te lleva hasta la cima.

Bogotá tiene ese algo de rebelión contra lo preestablecido, de personajes de cuento escondidos por la ciudad, de artesanos y hombres de negocio compartiendo aceras. Luce un brillo de orgullo en sus habitantes cuando  pasan cerca de la estatua de Bolivar. Destinado a mirar al sur, engrandecieron su porte a 1’90 cuando el apenas llegaba a los 1’56. Parece que grandes personajes de la historia han sido cortos de estatura.

Bogotá es inmenso, inabarcable. Nosotros solo estuvimos en el barrio de La Candelaria, donde le acogen a uno omo en casa. ¿Ya sabeis lo que dicen de Colombia? El peligro es que te quieras quedar.